Pequeñas grandes historias del maestro Hu Yaozhen
Durante su primer viaje a España, el maestro Feng Zhi Qiang nos relató muchos recuerdos que tenía de su maestro taoísta, el maestro Hu Yaozhen. Hemos recopilado algunos de estos relatos en este artículo para que podáis conocer un poco más a este mítico maestro de alquimia interna y médico de la medicina tradicional china.
El maestro Hu Yaozhen (también escrito como Wu Yiao Zhen en algunos artículos en castellano) fue médico chino de profesión.
Poseía conocimientos profundos sobre la medicina china y las prácticas de la alquimia taoísta. Se cuenta que su maestro podía inmovilizar a una persona solo con el Chi de la palma. Sin embargo, no es muy conocido en Europa como un gran maestro de prácticas taoístas, ya que reservaba las enseñanzas solo a discípulos directos y se dedicaba su vida principalmente a la práctica personal.
Aunque no goza de una gran fama como el maestro Chen Fake en el mundo de las artes marciales, tenía un nivel extraordinario de práctica interna. A lo largo del artículo, iremos explicando anécdotas de la vida real de este maestro contada por el mismo maestro Feng.
Una de estas historias que nos contó Feng era la experiencia que Hu Yaozhen tuvo con uno de los co-discípulos de su maestro cuando era joven. Explicaba que el maestro Hu Yaozhen había aprendido mucho con su maestro. Para que pudiera profundizar más en otras prácticas taoístas, su maestro le envió a aprender durante una temporada con su hermano de escuela, es decir, el maestro tío de Hu. Cuando el maestro Hu llegó por la mañana a la casa de campo de su maestro tío, lo encontró totalmente inmóvil en posición de Wuji Chon. Pensó volver más tarde para no interrumpirle la práctica. Retornó en mediodía y su maestro tío seguía en la misma postura. Se extrañó por la duración de la práctica, pero tampoco quiso molestarle. Se fue sigilosamente de allí con la idea de volver por la tarde. Ya casi de noche, Hu no pudo contener más su impaciencia y se acercó a su maestro tío para avisarle que estaba allí. Antes de llegar a tocarle, notó una sacudida fuerte que lo despidió a unos metros atrás. Se dio cuenta de que alrededor de su tío maestro, se había creado un campo magnético muy potente con su energía interna. De malas ganas, Hu Yaozhen volvió a su casa para contarle a su maestro la decepción de no haber podido hablar ni siquiera con su maestro tío. Su maestro le escribió a su hermano de escuela para pedirle explicación por esta falta de cortesía hacia su alumno. Recibió muy pronto una carta de su hermano de escuela. Le contestó que no hubo ninguna
falta de respeto hacia su alumno. Era todo lo contrario, le había enseñado una de las prácticas más avanzadas de la meditación taoísta.
El maestro Feng Zhi Qiang también nos contó su primer encuentro con el maestro Hu que fue una experiencia bastante similar. Es sabido que el maestro Feng tenía una a naturaleza física excepcional. Nos dijo que cuando fue a ver al maestro Hu la primera vez, éste le pidió que lo empujara con toda su fuerza para comprobar esta naturaleza que tanto presumía. Por mucho que lo intentara, Feng no fue capaz de desplazarlo ni un paso. En cambio, cuando le tocó el turno al maestro Hu, con tan solo la fuerza de dos dedos, Feng fue despedido a dos metros de distancia.
Después, Hu quiso mostrarle la efectividad marcial de la energía interna, pidió que le golpeara con el puño en donde él quisiera. El joven Feng, por respeto, se sentía cohibido a hacerlo. Pero al ver que el otro insistía en ello, le dio un puñetazo en el abdomen. Como por arte de magia, Hu absorbió su puño con la barriga. La mano de Feng se quedó atrapada como si se tratase de una trampa sin salida. De repente, Hu espiró provocando tal sacudida en su zona abdominal que lo lanzó a unos metros atrás. Feng se quedó en el suelo completamente asombrado. Esta condensación de la fuerza interna sorprendió tanto al maestro Feng que se convirtió en el discípulo incondicional del maestro Hu Yaozhen.
Con este maestro, el joven Feng no solo aprendía prácticas de la alquimia taoísta, sino también a ser virtuoso y humilde. Nos contó que una vez él y cuatro hermanos de la escuela fueron a visitar al maestro Hu a su casa. Lo encontraron en posición de meditación. Sin mutarse de su postura meditativa, Hu Yaozhen pidió a sus cinco discípulos que le ayudaran a levantarse alegándose de que tras horas de práctica, tenía las piernas entumecidas. Los cinco discípulos, muy confiados de su fuerza física, hicieron el primer intento. Su maestro era como una roca, empezaron a estirarle dos por adelante, empujarle dos por los lados y otro por detrás con todo su empeño, pero no hubo forma humana de levantar a su maestro. Los cinco muchachos fornidos solo notaban que el cuerpo de su maestro se alargaba como una goma cada vez que tiraban de él. Al cabo de muchos intentos en vano, el maestro Hu les dijo que lo dejaran, reprochándoles en tono paternal a todos ellos que de tanta fuerza que presumieran y no eran capaces de ayudarle, y ¿para qué les servía tanta vanidad? Dicho eso, se levantó sin ninguna dificultad diciendo que ya tenía bien las piernas. Los cinco hermanos de escuela se miraron atónitos y comprendieron en este instante la lección que su maestro le había dado.
Durante muchos años, el maestro Hu compaginaba la enseñanza de la alquimia interna con su profesión como médico de la medicina tradicional, hasta que un día le dijo al maestro Feng que se quería volver a su casa. Ingenuamente el maestro Feng pensó que se quería jubilarse a su pueblo natal – Hebei. Supo después que su «volver a casa» tenía otro significado: dejar el mundo. Durante algunos años seguidos de la muerte de sus dos maestros, el maestro Feng sentía todavía un vínculo casi telepático con ellos llegando incluso a visionarlos en más de una ocasión mientras practicaba. Nos decía con mucho humor que sus maestros le seguían vigilando la práctica…
Cecilia Lam, Fundación Hun Yuan España